sábado, 2 de abril de 2011

 Inmortalidad.

 Curioso. 
 Puede que uno de los hechos más curiosos e irónicos de los humanos sea que, aunque somos seres atados a lo terrenal, buscamos constantemente aquello intangible, espiritual, ideal. 
 Puede que en realidad seamos nada más que ideas atrapadas en una vasija de carne y hueso. Pero puede también que seamos hueso y carne que se evolucionó en ideas. 

 Pensemos hoy sobre nuestra vida. ¿Podemos ser inmortales?
 Algunos dirán que sí. Otros puede que digan que no. Yo digo que podemos serlo.
 Pensamos, ¿verdad? Entonces podemos ser inmortales. Claramente desde el punto de vista biológico por ahora no. Pero sí de otras formas mucho más entretenidas. 

 Inmortales son aquellos que, luego de desaparecer, hacen que todo encaje. Los que luego de morir, son visibles gracias a sus creaciones.
 Inmortales son aquellos que crean una idea y se funden con ella.

 Podemos definir a dos inmortales. Uno de ellos es aquel que luego de vivir, deja un pensamiento en el que graba su nombre. Mientras el pensamiento exista, el no será olvidado y vivirá por siempre.
 Pero hay un inmortal mucho más poderoso, aunque más sutil. Es aquel que se transforma en una idea. Es un inmortal sin rostro, pero un inmortal de todas formas. 
 De muy pocos revolucionarios en realidad conocemos el nombre. De muy pocos pensadores registros verdaderos quedan. Pero, las acciones que desencadenaron los transformaron en ideas. 
 Ellos siguen existiendo; y pierden su verdadero rostro, pero este es reemplazado por uno nuevo, un rostro que no tiene comparación con uno físico, pues las células de deterioran, y terminan cayendo ante el ciclo vital. 

 Rostros como la Verdad, la Libertad y la Justicia son eternos. 

 ¿Han muerto entonces?
  No.
 La inmortalidad nace no cuando uno evade a la muerte. Surge cuando uno la acepta, y así la vence. 
 Cuando esto se logra, uno no tiene más a lo que temer, y crea hazañas increíbles que se transforman en piedras angulares de una idea. El ser se transmuta en ello, y permanece por siempre en el núcleo de nuestra sociedad, nuestra vida y nuestra mente. 

 Ni siquiera el tiempo es enemigo a un concepto. 

 The Pocketer